Si tienes la oportunidad de permanecer en silencio con un niño o niña, por favor, aprovéchala.
En un mundo ruidoso y con prisas, el silencio y el tiempo son tesoros. Como ya sabrás, no existe el silencio absoluto como tal, y, por nuestras condiciones biológicas, de existir, no podemos percibirlo. No es de ese silencio externo al que nos estamos refiriendo. Queremos hablar del silencio interno. El silencio de pensamientos, de juicios. La tranquilidad, la inacción, la aceptación.
Haz un ejercicio. Puedes hacerlo ahora, si quieres. Primero lee las instrucciones completas, y luego, si lo deseas, anímate a hacerlo como un experimento.
Cierra los ojos. Lleva la atención a tu respiración. Al aire entrando y saliendo de tu cuerpo, de modo natural. Intenta no interferir en ella; acéptala tal cual es, ya sea agitada o arrítmica; acelerada o pausada; profunda o superficial. No intentes cambiarla. Limítate a observara, como un mero espectador. Disfruta de las sensaciones placenteras que esto evoca. De la paz y relajación que experimentas, y déjate sumergir en el universo de tu respiración consciente, sin alterarla. Después, abre los ojos y mira a tu alrededor. Algo ha cambiado: el ritmo, tu presencia, tu estado mental. Ahora el reto es mantenerte ahí, en la paz.
Si ya lo has hecho, piensa que esta actitud es semejante a la que podemos tener con nuestros/as peques mientras jugamos con ellos/as, o realizamos alguna actividad. Ese silencio consciente, presente, de mirar sin juzgar, simplemente disfrutando. Si no te sale, prueba a hacer la respiración consciente que acabamos de explicar y luego reconecta con tu hijo/a. No es necesario hacer ni decir nada en especial, solo estar.
Esa presencia le reportará muchos más beneficios que cualquier plan divertido que puedas hacer con él. Y, si vas a hacer ese plan, procura recordar este silencio, esta presencia durante la actividad, y entonces será una actividad de calidad.
Porque el amor siempre sucede cuando hay espacio; y en una mente llena de pensamientos y preocupaciones no hay espacio suficiente para nada más.
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