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Foto del escritorTamara Chenel Alejo

ACOSO ESCOLAR: NO ES "COSA DE NIÑOS"

Actualizado: 6 oct 2021


A menudo conocemos casos por los medios o por otras personas, pero ¿sabemos reconocer los indicios de que nuestro/ hijo/a está siendo acosado/a, o, lo que es más difícil, que está teniendo conductas de acoso hacia otros/as?

Cuando se trata de adolescentes que usan técnicas sofisticadas de humillación, tales como el ciberbullying, parece que nos cueste menos como sociedad tomar consciencia de la gravedad del problema.


No obstante, cuando los/as niños/as son aún pequeños o en etapa primaria, cuesta más reconocer una conducta violenta como tal.

Y es que todavía existe mucho prejuicio y falsas ideas acerca de la violencia. A menudo, se confunde con la agresión física, o con actos punitivos tales como el vandalismo, las amenazas continuadas y la estorsión. Sin embargo, la violencia es mucho más que eso.


La violencia es un modus operandi, una forma de conseguir los propios fines sin tener en cuenta al otro, llegando incluso a someterlo o eliminarlo si llegara el caso, y nos atraviesa a todos y todas porque forma parte de lo que respiramos como "normal" o incluso aceptable. Puede parecernos terrible pensar que podamos estar transmitiendo a los/as niños/as ideas violentas casi sin darnos cuenta, pero es necesario tomar consciencia de ello para poderlo atajar debidamente. Frases como "si eres demasiado bueno, te pisan"; "si tienes que pegar, sé tú el primero", o "pues si esa niña no te cae bien, no juegues con ella". Algunas de ellas pueden parecer consejos bienintencionados, pero no nos damos cuenta de que los niños y niñas, dependiendo además del estadio evolutivo en que se encuentren por edad, tienen sus propios códigos a la hora de interpretar la realidad. Así, de los 5 a los 7 años, a los niños/as todavía les cuesta mucho controlar sus impulsos, y toda tarea educativa tiene que ir dirigida a que los controlen de manera eficaz y paulatina, no a que den rienda suelta a dichos impulsos. Si superan esta etapa exitosamente, serán capaces de seguir avanzando en las siguientes. Sin embargo, si no han sido capaces de canalizar su rabia de forma adaptativa y de tolerar la frustración, marcará importantes hitos en el desarrollo de su carácter que podrán suponer una falta de control de impulsos que, por lo general, pasan por intentar controlar los de los demás (conducta manipulativa).




Es por esto que entre los 6 y los 8 años tenemos una primera explosión estadística de conductas de acoso en los coles. También por estadística y por necesidad de generalizar, las conductas más frecuentes en esta etapa se centran en:


  • Excluir a un niño o niña de los juegos en grupo, ejerciendo la manipulación o el miedo sobre otros compañeros (aislamiento). Esta exclusión puede ser explícita "tú no juegas"; o indirecta, proponiendo solamente los juegos o en los que el niño o niña es menos hábil o, sencillamente, a los que no puede jugar. Para que sea considerada bullying o acoso tiene que ser una conducta persistente, no un suceso aislado de un día, que pueda deberse a disputas previas que ha habido entre niños/as. El acoso se ejerce de manera sistemática y constante, con la posibilidad de breves periodos de "tregua" en los que el/la acosador/a parece aflojar un poco y permitir un cierto acercamiento, normalmente por intereses propios egoístas, o bien para ejercer luego más presión sobre el niño/a acosado/a. En definitiva, las conductas de acoso suelen ser lo que los niños normalmente expresan como: "Fulanito me tiene manía".


  • Alentar o promover los insultos colectivos o descalificaciones. Bien haciendo alusión a características físicas o mentales del /la niños/a acosado, que no necesariamente tienen que responder a una verdad objetiva, o bien convirtiendo una virtud en defecto, al acosador o acosadora no le basta con insultar de manera directa al /la acosado/a. Por lo general, emprenderá maniobras de manipulación colectiva de la clase de manera que le sea más fácil aislar al /la niño/a del resto de compañeros, que, bien por miedo o por dependencia del líder, participarán de una forma o de otra de los insultos (notas que pasan de mano en mano en clase, rumores que siempre acaban llegando a oídos del/la niño/a acosado/a, etc.).


  • En ocasiones, el acoso llega al castigo físico. Tirones de pelo, empujones aparentemente casuales, zancadillas, o palizas siempre cuando no haya adultos/as mirando.


  • Intento de manipulación de los/as adultos/as, sobre todo profesores, pero también los propios padres, de darle la vuelta a la historia y hacer creer que el niño/a acosado/a es, en realidad, un/a acosador/a y él mismo, una víctima. Le harán quedar mal siempre que tengan ocasión delante de cuidadores.


  • Extender bulos o difamaciones ofensivas e inventadas sobre la víctima. En ocasiones, son desmesurados y poco creíbles, pero lesionan gravemente la autoestima social de la víctima, que se siente fuertemente humillada. Comentarios como que está teniendo relaciones sexuales a edades excesivamente tempranas, incluso con familiares; que su padre o madre son delincuentes o están en prisión; que tiene una enfermedad contagiosa grave u otros bulos muy malintencionados, que, si bien el resto de los niños de la clase parecen coger con cautela, provocan la duda y siembran la suspicacia. A su vez, promueven que el resto de los/as niños/as se alejen incluso físicamente de la víctima, llevándose a cabo la paradoja de que la víctima, lejos de ser reconocida en esta condición, termina por "dar miedo" o repulsión al resto de compañeros/as.


  • Amenazas a otros/as niños/as de que, si defienden al/la acosado/a, correrán su misma suerte. Variantes de esto son también la imposición de normas con respecto a la víctima: no tocarla o acercarse a ella, no hablarle, no jugar con ella, con la amenaza de sufrir represalias.

Es importante destacar que no hay un perfil de niño/a acosado/a en sí mismo. Si bien los niños/as tímidos/as y físicamente débiles parecen propensos a sufrir más abusos, los motivos del bullying son tan variados que cualquiera puede ser víctima de él. La envidia es la principal motivación, sobre todo a estas edades, seguidas por la amenaza de competencia en el liderazgo, celos de la relación con otros compañeros, o, incluso, sentirse poco atendidos/as por la víctima, cuando, en una primera fase, el/la acosador/a pretende ser su amigo o quiere estar cerca de él/ella, y, por algún motivo, se siente rechazado y esta es su manera de vengarse. También una disputa entre niños/as que eran muy amiguitos/as y que de la noche a la mañana pasan a ser enemigos, es otra de las causas frecuentes del bullying cuando uno/a de los/as dos no tiene herramientas emocionales suficientes para afrontar esta situación, y recurre a la violencia para compensar su ansiedad.




Como veremos, el bullying no es ni un fenómeno nuevo que afecta a generaciones "más blandas" como se ha dado en creer, ni son "cosas de niños". Son conductas que a su vez pueden sentar las bases de otras mucho más graves conforme se vayan haciendo mayores. De la misma forma, el/la acosador/a es un/a niño/a, y esto no debemos olvidarlo. Como niño/a que es, tiene sus necesidades psicoafectivas deficientemente cubiertas, bien por exceso de mimo, y falta de límites, bien por problemas secundarios en casa o en su vida diaria que le hacen enfrentar grandes niveles de ansiedad. Es una oportunidad única para el aprendizaje, y no abordarla correctamente sería una pérdida de tiempo lamentable. Recordemos que las víctimas pueden pasar a ser acosadores/as en un lapso corto de tiempo y no es infrecuente que lo hagan, lo cual demuestra que la rabia y frustración generada al recibir violencia sobre uno mismo, es uno de los factores de riesgo de caer en conductas violentas.



En el siguiente post veremos técnicas de afrontamiento.











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